En los discursos sobre cómo fidelizar a los usuarios, se usa un concepto que hemos normalizado: enamorar al usuario. Esta idea, sin embargo, olvida que al otro lado de la pantalla hay un ser humano tan real como tú.
Aunque es cierto que hay usuarios desagradables, también existen aquellos que te tratan con respeto. Como dijo Oscar Wilde: «Los peores crímenes son los que destruyen el corazón.» Engañar a alguien para que se enamore de ti con un fin meramente económico es, en esencia, un crimen contra el corazón.
Sé que muchos argumentan que el libre mercado y el libre albedrío lo justifican todo. Pero analicemos esto con un ejemplo. En 2004, después del huracán Charley en Florida, algunos comerciantes subieron los precios de productos básicos de forma escandalosa. Los economistas defendieron que esto era parte del libre mercado, pero una persona que ha perdido todo no es libre. La necesidad la obliga a pagar lo que sea para sobrevivir.
Lo mismo aplica en la industria webcam. ¿Debemos respetar la libertad económica de una modelo que se aprovecha de la vulnerabilidad o la adicción de un usuario? Estas son cuestiones éticas, y la respuesta es completamente personal. Solo tú puedes responderlas.
Otro argumento común es: «Si no lo hago yo, otras modelos lo harán». Con esta lógica, cualquier crimen puede justificarse. «Robo porque otros roban», «estafo porque otros estafan». Es la misma mentalidad que tus padres te cuestionaban con la frase: «Si tus amigos se tiran por un puente, ¿tú también lo harás?».

El gran beisbolista y filósofo, Yogi Berra, lo expresó de una forma hermosa: «Voy a los funerales porque quiero que vayan al mío». Esta frase es una versión simple y poderosa de la regla de oro de la ética: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.