La novela de Dino Buzzati, El desierto de los tártaros, nos cuenta la historia de un joven oficial que se pasa la vida esperando una batalla gloriosa que nunca llega. Al final, muere solo, mientras los enemigos que tanto anhelaba por fin se acercan. Es una metáfora de la vida desperdiciada esperando un futuro que nunca llega.
Esta historia no solo habla de un oficial y su fortaleza, también habla de la industria webcam. En plataformas como Chaturbate, en un momento pico pueden haber hasta 5,000 modelos conectadas. Sin embargo, la primera página muestra solo 100 salas, y las posiciones más importantes en la versión móvil son solo 12 o 18.
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La probabilidad de llegar a esas primeras 18 posiciones es del 0.36%. Para ponerlo en perspectiva, es más probable que te caiga un rayo (0.66%) o que te acepten en Harvard (3.4%). La obsesión por ser una modelo top es, en esencia, una batalla heroica que casi nunca se libra.
Y como a Drogo, el momento esperado casi nunca llega. Entonces empiezas de nuevo: «Quizás mañana», «quizás la próxima transmisión», «con otro show, con otro curso». Mientras tanto, la vida pasa.
Conozco modelos que llevan una década en esta industria sin un solo ahorro, atrapadas en la ilusión de volverse top. Menosprecian sus días buenos porque no se comparan con las ganancias del ranking. Sus esfuerzos nunca parecen suficientes.
Déjame darte un spoiler: no vas a ser top. Y cuanto más pronto lo aceptes, menos vas a sufrir. Esto no es conformismo, es realismo. Se trata de dejar de fabricar fantasías y empezar a construir con lo que tienes ahora.

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La novela de Buzzati no se trata de soldados. Se trata de sueños pospuestos y de la trampa de pensar que todo lo bueno está en el futuro, si tan solo aguantas un poco más.
En la industria webcam, el ser modelo top es un espejismo. Una meta que parece democrática, pero en realidad es brutalmente selectiva. El verdadero enemigo no está en la plataforma, sino en la idea de que la felicidad siempre está un poco más adelante y que debemos esperar para empezar a vivir.